lunes, 15 de octubre de 2012

El perro ensangrentado

El Pte. Uchtdorf compartió en la última Liahona una vieja historia galesa del siglo trece, que me encantó, acerca de un príncipe que regresó a su casa y encontró a su perro con la cara ensangrentada. Se apresuró a entrar en la casa y con horror halló que la cuna de su bebé estaba volcada y el niño había desaparecido. Furioso, el príncipe desenvainó la espada y mató al perro. Poco después oyó el llanto de su hijito, ¡estaba vivo! Junto al niño había un lobo muerto; en realidad, lo que había hecho el perro era defender a su hijo del lobo asesino.
El Pte. Uchdorf explicó que aun cuando este relato es dramático, demuestra un punto importante; plantea la posibilidad de que la explicación que nos damos a nosotros mismos sobre el motivo por el que otras personas se comportan de cierta manera no siempre esté de acuerdo con la realidad. A veces, ni siquiera queremos saber la realidad; preferimos autojustificar nuestra ira aferrándonos a la amargura y al resentimiento. A veces, esos rencores suelen durar meses e incluso años; hay casos en que se prolongan por toda la vida.

2 comentarios:

  1. bauu eso.. me e quedado sin palabras ,por cierto: ¿esa historia es real ?

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