lunes, 6 de mayo de 2013

Tener el fin en la mente

Hoy quiero compartir una historia que aparece en este interesantísimo libro (que os recomiendo): "Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas", de Stephen R. Covey.

Un joven padre de familia relató lo siguiente:
"El otro día llegué a casa del trabajo y mi hijo Brenton de tres años y medio me encontró en la puerta. Estaba radiante. Me dijo: "Papá, ¡soy un hombre que trabajo duro!"
Más tarde averigüé que mientras mi esposa estaba arriba, Brenton había vaciado un galón y medio de agua de la nevera, la mayoría sobre el suelo. La reacción inicial de mi esposa habría sido gritarle y darle unos azotes.Pero en vez de eso se detuvo y dijo con paciencia: Brenton, ¿qué estabas tratando de hacer?"
"Estaba tratando de ser un hombre que ayuda a mamá", contestó con orgullo.
"¿A qué te refieres?"
"Te lavé los platos"
En la mesa de la cocina estaban todos los platos que él había lavado con el agua de la nevera.
"Bueno, cariño, ¿por qué usaste el agua de la nevera?"
"Por que no alcanzo al grifo"
"Ah", dijo ella. Entonces vio a su alrededor. "¿Qué crees que podrías hacer la próxima vez para no tirar tanta agua?"
Se quedó pensando un momento. Luego su carita se iluminó. "¡Podría hacerlo en el baño!", exclamó.
"Los platos podrían romperse en el baño-contestó ella-. Pero qué te parece si yo te ayudo a poner una silla al lado del fregadero para que puedas hacer el trabajo ahí?"
"¡Buena idea!", exclamó emocionado.
"¿Y ahora que vamos a hacer con este desastre?"
"Bueno, podríamos usar toallas de papel" Entonces le dio ella el papel y la fregona.
Mientras me contaba lo que había sucedido, supe lo importante que fue que mi esposa hubiera podido detenerse entre el estímulo y la respuesta. Hizo una elección proactiva. Y pudo hacerlo gracias que pensó sobre el fin en la mente. Lo importante aquí no es tener el piso limpio, sino enseñara ese niño.
Le llevó diez minutos limpiar el piso. Si hubiera sido reactiva, también le hubiera llevado diez minutos, pero la diferencia hubiera sido que Brenton me habría dicho: "Papá, soy un mal niño"
¡¡Ella tenía un propósito más grande que su problema!!

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