miércoles, 29 de enero de 2025
Eudaimonía
martes, 28 de enero de 2025
El debate
![]() |
La forma en la que construimos nuestra visión del mundo es profundamente personal y subjetiva. Cada persona utiliza una clave propia de lectura para hacer cada situación comprensible y congruente con su propia visión. Esto se refleja en la complejidad de la comunicación humana. Un simple signo, una palabra o una acción puede interpretarse de manera diferente según la perspectiva, las experiencias personales y el CONTEXTO.
EL DEBATE
En la antigua China, era habitual que los viajeros que buscaban refugio en monasterios o templos participaran en debates sobre el Dharma. La regla era que tenían que ganar el debate para conseguir un lugar donde pasar una o dos noches. En un humilde templo regentado por dos hermanos, se seguía esta tradición. El hermano mayor, inteligente y elocuente, era la persona designada para participar en los debates. El hermano menor, que solo tenía un ojo y era de carácter más sencillo, se mantenía al margen pues no estaba especializado en tales asuntos. Un día en el que el hermano mayor estaba ausente, llegó al templo un viajero en busca de alojamiento. Según la tradición, tuvo que iniciar un debate, en este caso con el hermano menor. Al cabo de un rato, el hermano mayor regresó y se encontró con el viajero que salía del templo. Curioso, le preguntó si podía ayudarle. El forastero explicó que, a pesar de su deseo de quedarse, había perdido el debate y se había marchado. Confundido, el hermano mayor le pidió más detalles: —Extendí un dedo para representar a Buda y él respondió con dos dedos para simbolizar “Buda y Dharma” —el viajero relató—. Entonces mostré tres dedos para significar “Buda, Dharma y Sangha”. Pero él, en respuesta, cerró el puño para dar a entender que “Buda, Dharma y Sangha” son, en definitiva, uno solo. Entonces supe que había perdido el debate. Intrigado por la historia, el hermano mayor entró en el templo y encontró a su hermano andando de un lado a otro, visiblemente molesto. Sintió que algo iba mal y le preguntó: —¿Qué te preocupa? —Ha venido un viajero y me ha faltado al respeto. Me señaló con un solo dedo burlándose de mi único ojo —respondió su hermano y continuó—: Como era un forastero, quise ser cortés y, por eso, levanté dos dedos para indicar que él era afortunado y tenía dos ojos. Pero ese desgraciado fue más allá al usar tres dedos y sugerir que ambos juntos teníamos tres ojos. —El rostro del hermano menor se tensó—. Estaba tan enfadado que apreté el puño, dispuesto a golpearle, pero desapareció rápidamente antes de que pudiera hacerlo.
Como en la historia, cuando el hermano menor interpreta los gestos del viajero como una falta de respeto, nosotros también tendemos a preocupamos o a enfadarnos pensando que una persona dijo o hizo algo con una intención específica. Sin embargo, a menudo solo estamos leyendo la situación desde nuestra propia perspectiva y subjetividad, es decir, a través de nuestras experiencias previas, inseguridades o expectativas. La historia sirve como recordatorio de que, sin duda, en la vida a menudo vemos y oímos lo que “queremos” ver y oír.
martes, 7 de enero de 2025
Sonríe
"Sonríe siempre, con ganas o sin ellas, porque no sabes quién puede necesitarla"
Madre Teresa de Calcuta
A veces menospreciamos el poder que tiene para bien una simple sonrisa.