El dueño de un pequeño negocio, amigo de un gran poeta, cierto día lo encontró en la calle y le dijo:
Señor, estoy necesitando vender mi casa, que usted tan bien conoce. ¿Me podría redactar el anuncio para el diario?
El amigo poeta tomó lápiz y papel, y escribió:
“Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas.
Rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo.
La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la baranda.
Los ambientes son espaciados y claros, propicios para la meditación y la calma mental ”
Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante, y le preguntó si ya había vendido la casa.
-No pensé más en eso, dijo el hombre. ¡Después de que leí el anuncio me di cuenta de la maravilla que tenía!
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A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos, y vamos tras
falsos tesoros.
Debemos valorar lo que tenemos y que nos fue dado por la vida. Los amigos, la familia, la sonrisa de los hijos, el conocimiento que adquirimos, la salud, y el poder discernir la verdad, son verdaderos tesoros que debemos aprender a apreciar.
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