martes, 31 de julio de 2012
La unión hace la fuerza
Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban contantemente.
Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:
-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.
jueves, 26 de julio de 2012
El Pirata
Un día, la señora Robles se encontraba en la sala de espera de su médico cuando un niño y su madre entraron al consultorio, el niño llamó la atención de la señora Robles porque llevaba un parche sobre el ojo. Se sorprendió al ver qué poco parecía importarle la pérdida de un ojo, y lo observó mientras seguía a su madre a la silla más cercana.
Aquel día el consultorio del médico estaba lleno, así que la señora Robles tuvo la oportunidad de conversar con la madre del niño mientras él jugaba con sus soldados. Al principio se mantuvo en silencio, jugando con los soldados sobre el brazo de la silla, luego se trasladó silenciosamente al piso, lanzando una mirada a su madre.
En algún momento la señora Robles tuvo ocasión de preguntarle al niño qué le había sucedido en el ojo. Este se quedó como pensando en la pregunta durante largo rato y luego replicó, levantando el parche: “No tengo nada en el ojo. ¡Soy un pirata!” Luego regresó a su juego.
La señora Robles se encontraba allí porque en un accidente automovilístico había perdido una pierna desde la rodilla. La cita de aquel día era para determinar si estaba lo suficientemente curada como para acomodar una prótesis. La pérdida había sido algo devastador para ella. Aún cuando se esforzaba por ser valiente, se sentía como una inválida. Racionalmente sabía que esta pérdida no interferiría con su vida, pero emocionalmente no podía superar este obstáculo.
Su médico le había sugerido visualizaciones que le ayudaran a aceptar su situación, y ella lo había intentado, pero no podía imaginarse de una manera perdurable y emocionalmente aceptable. En su mente se veía como una inválida. Pero la palabra “Pirata” cambió su vida. De inmediato se sintió transportada, se vio vestida como el Corsario Negro a bordo de un barco pirata, estaba de pie con las piernas separadas y una de ellas era una pata de palo, sus manos estaban aferradas a las caderas, su cabeza y hombros erguidos, y sonreía frente a la tormenta. Los vientos tempestuosos azotaban su casaca y su cabello. Un rocío helado se sentía en la cubierta mientras grandes olas se rompían contra el barco. El navío se mecía y gemía bajo la fuerza de la tormenta. Pero ella permanecía firme y orgullosa.
En aquel momento, esta imagen sustituyó a la de la inválida y recobró su valor. Miró al niño, ocupado con sus soldados. Pocos minutos más tarde la llamó la enfermera. Mientras se balanceaba en sus muletas, el niño advirtió su amputación: “Oiga, señora, ¿qué le pasó a su pierna?” La madre del niño estaba mortificada. La señora Robles contempló por un momento su pierna más corta. Luego respondió con una sonrisa “Nada, yo también soy pirata”.
martes, 24 de julio de 2012
Detalles que hacen la diferencia
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato.
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado demediocre a sublime.
Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
El viejo roble
En la plaza central del pueblo debían quitar un gran roble, el enorme árbol, que con el paso de los años se había convertido en un símbolo del lugar. Hasta en el escudo del pueblo se dibujaba su silueta. El roble se había enfermado de un extraño virus. Corría el riesgo de caerse y de contagiar a los árboles más cercanos. Ya se había hecho todo lo posible por salvarlo y la triste determinación de derribarlo provocaba en los vecinos una profunda sensación de impotencia.
No es fácil determinar la causa de un problema y no es el camino más agradable tomar la decisión de solucionarlo.
Los leñadores llegaron una mañana con sierras automática y hachas. Los vecinos se reunieron en la plaza para presenciar su caída. Esperaban oír el estrépito producido por el choque del inmenso árbol contra el suelo. Suponían que los hombres empezarían a cortarlo por el tronco principal en un lugar lo más pegado a la tierra. Pero en vez de ésto los hombres colocaron escaleras y comenzaron a podar las ramas más altas
En ese orden de arriba hacia abajo cortan desde las más pequeñas hasta las más grandes. Así cuando terminaron con la copa del árbol, sólo quedaba el tronco central, y en poco tiempo más aquel poderoso roble yacía cuidadosamente cortado en el suelo.
El sol, ahora cubría el centro del parque, su sombra ya no existía, era como si no hubiera tardado medio siglo en crecer, como si nunca hubiera estado allí. Los vecinos preguntaron por qué los hombres se habían tomado tanto tiempo y trabajo para derribarlo. El más experimentado leñador explicó: cortando el árbol cerca del suelo, antes de quitar las ramas, se vuelve incontrolable y en su caída, pueden quebrar los árboles más cercanos o producir otros destrozos. Es más fácil manejar un árbol cuando más pequeño se le hace.
El inmenso árbol de la preocupación, que tantos años ha crecido en cada uno de nosotros, puede manejarse mejor si se lo hace lo mas pequeño posible. Para lograrlo, es aconsejable podar en principio, los pequeños obstáculos que nos impiden el disfrutar de cada día y así ir quitando el temor de que en el intento de librarnos de éstos y mejorar, todo se derrumbe.
En ese orden, quitando del comienzo los pequeños problemas podemos, gradualmente ir llegando al tronco principal de nuestras preocupaciones. Para cambiar hay que realizar una tarea a la vez, quitar las ramas de la preocupación de una en una, ocuparnos y no preocuparnos.
Reconocer nuestros errores y tener el valor para enfrentarlos, establecer las prioridades y los objetivos en la vida y mantener una verdadera determinación para librarnos poco a poco de todo el peso que nos impide trabajar, crecer, disfrutar y vivir, transformando nuestras ansiedades, miedos y preocupaciones en coraje, esperanza y fe.
Antes de hablar...
Antes de hablar, escuchemos
Antes de escribir, pensemos.
Antes de gastar, ganemos.
Antes de invertir, investiguemos.
Antes de criticar, esperemos.
Antes de orar, perdonemos.
Antes de rendirnos, intentémoslo.
Antes de jubilarnos, ahorremos.
Antes de morir, demos.
William Arthur Ward
domingo, 22 de julio de 2012
Seamos agradecidos
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Cuando caminas con gratitud, no andas con arrogancia, presunción ni egoísmo; caminas con un espíritu de agradecimiento que te favorece y te bendecirá" (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 250).
Seamos agradecidos de que todavía no tenemos todo lo que deseamos; si así fuese, ¿qué nos motivaría a seguir adelante?
Seamos agradecidos cuando no sabemos algo porque nos da la oportunidad de aprender.
Seamos agradecidos por los tiempos difíciles ya que en medio de ellos, crecemos.
Seamos agradecidos por nuestras limitaciones ya que nos dan oportunidad de mejorar.
Seamos agradecidos por cada nuevo desafío porque edifica nuestro carácter y nos fortalece.
Seamos agradecidos por nuestros errores ya que nos enseñan valiosas lecciones.
Seamos agradecidos cuando estemos cansados y desgastados porque significa que hemos hecho una diferencia.
La gratitud puede tornar algo negativo en algo positivo. Hallemos la manera de estar agradecidos por nuestras dificultades y se convertirán en nuestras bendiciones.
Perder el agradecimiento en la vida, es perder el fuego que puede encender nuestro espíritu hacia las cosas más bellas y únicas.
"Podemos elevarnos a nosotros mismos y a los demás también si nos negamos a permanecer en la esfera del pensamiento negativo y cultivamos en nuestro corazón una actitud de gratitud. Si se cuenta la ingratitud entre los pecados más graves, entonces la gratitud toma su lugar entre las virtudes más nobles. Alguien ha dicho que la gratitud no es sólo la más grandiosa de las virtudes, sino la madre de todas las demás" (Cicero, en A New Dictionary of Quotations on Historical Principles, sel. H. L. Mencken, 1942, pág. 491)
sábado, 14 de julio de 2012
Pirámide de nutrición infantil
Hoy os dejo la pirámide de nutrición para nuestros niños. Podemos usarla para que ellos de manera visual puedan ir reconociendo lo que deben comer y en qué proporciones. Es importante que aprendan lo fundamental que es tener una alimentación variada y equilibrada para mantener una buena salud y un buen desarrollo. No olvidemos que es la responsabilidad de los padres proporcionarles una dieta saludable y enseñar a "comer bien" a nuestros hijos...sin olvidar lo importante que es el ejemplo que les demos.
lunes, 9 de julio de 2012
El poder de la multiplicación
En cierta ocasión unos niños paseaban por el bosque cuando descubrieron una línea de ferrocarril abandonada. Uno de los niños saltó a uno de los rieles y trató de caminar por él. Después de unos cuantos pasos, perdió el equilibrio. Otro trató de hacer lo mismo, y también se cayó. Los demás se rieron.
«Apuesto a que ustedes tampoco pueden», le dijo a los demás uno de los que había hecho el intento. Uno por uno los demás niños lo intentaron pero todos fallaron. Hasta el mejor deportista del grupo no pudo dar más de una docena de pasos antes de caer fuera del riel.
Entonces dos niños comenzaron a hablarse al oído y uno de ellos lanzó el siguiente desafío: «Yo puedo caminar todo lo que quiera por el riel, y él también», les dijo, señalando a su compañerito.«No, tú no puedes», le dijeron los demás.
«¡Apuesto un dulce a cada uno que sí puedo!», les respondió. Los demás aceptaron.
Entonces los niños subieron cada uno a un riel, extendieron un brazo, se tomaron fuertemente de las manos y empezaron a caminar por toda la vía.
Como individuos no hubieran podido hacerlo, pero trabajando juntos no les fue difícil alcanzar la victoria.
El poder de la colaboración es la multiplicación.
Tomado de Maxwell, J. C. 2001; 2003. Las 17 Cualidades Esenciales de un Jugador de Equipo; The 17 Essential Qualities of a Team Player . Thomas Nelson, Inc
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