Un anciano que tenía un grave problema de miopía se
consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con
algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros
con claridad, pero eso no le frenó en manifestar sus fuertes opiniones. Tan
pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse
ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con
aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el
cuadro. El hombre esta vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En
realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un
sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto". El
anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él
entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja:
"Querido, estás mirando un espejo".
Moraleja: Tardamos en reconocer y admitir nuestras
propias faltas, que parecen muy grandes cuando las vemos en los
demás.
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